Sólo tuve que seguirte con todas las miradas posibles. Aguantar el viento gélido del atardecer de una ciudad cambiante. Permitir que se me enredara el pelo y se congelara mi nariz. Sólo tuve que hacer eso para conseguirte. Miento, para rozar tu perfilado círculo. Vuelvo a mentir. Tú hiciste todo. Y me pusiste a mí allí.
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